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jueves, 11 de abril de 2013

Hermanas Jara: Condenadas por defenderse y por luchar contra el abuso

La legislación constituye el reglamento que permite que una sociedad funcione con parámetros comunes en los que se basa para identificar lo justo o injusto a la luz de una justicia que no puede prescindir de su humanidad. Debemos ser conscientes de que esa justicia a la que nos sometemos y que aceptamos, es injusta muchas veces. Como en este caso.
Las hermanas Ailén y Marina Jara, se encontraban detenidas desde febrero de 2011 por haber atacado a cuchilladas a un hombre que intentó violarlas. 
Recuperaron su libertad, pese al polémico fallo del  Tribunal Oral en lo Criminal 2 de Mercedes, integrado por los jueces Fernando Bustos Berrondo, Graciela Larroque y Marcos Barski, las condenó como "coautoras penalmente responsables del delito de lesiones graves a la pena de dos años de prisión de efectivo cumplimiento, que se encuentra compurgada con la preventiva sufrida".
Injusticia es el sabor lúgubre que estos verdugos supieron imponer. Para sobreponerse a una encrucijada que atenta contra ese deber ser que las leyes debieran salvaguardar. Un atacante, dos víctimas. La resolución parecería simple.
Sin embargo, ellas fueron VÍCTIMAS de dos maneras: frente al abuso de parte del agresor y frente a un tribunal al que poco parecería importarle la violencia de género a la que son sometidas miles de mujeres en nuestra sociedad.
La violencia, el intento de abuso y el acto de defensa propia frente a ese otro que atenta contra nuestras vidas están por demás lejos de encontrar un amparo judicial. Hechos que debemos reflexionar profundamente. 
Hoy, a la luz de la libertad de Ailen y Marina Jara, la sociedad no debería encontrar el alivio que sólo la justicia puede dar. Están libres, si; pero, fueron condenadas. 
Ahora bien, lo único que se presume con claridad es el mecanismo de autodefensa de un sistema judicial y legal que se permite condenar a dos mujeres víctimas de violencia, por un lado, y absolver a los imputados por el secuestro y desaparición de Marita Verón, por el otro. Una justicia, un sistema, la misma injusticia.

jueves, 7 de marzo de 2013

LA DEMONIZACIÓN DE CHAVEZ - por EDUARDO GALEANO


Hugo Chávez es un demonio. ¿Por qué? Porque alfabetizó a 2 millones de venezolanos que no sabían leer ni escribir, aunque vivían en un país que tiene la riqueza natural más importante del mundo, que es el petróleo. Yo viví en ese país algunos años y conocí muy bien lo que era. 
La llaman la "Venezuela Saudita" por el petróleo. Tenían 2 millones de niños que no podían ir a las escuelas porque no tenían documentos. Ahí llegó un gobierno, ese gobierno diabólico, demoníaco, que hace cosas elementales, como decir "Los niños deben ser aceptados en las escuelas con o sin documentos". Y ahí se cayó el mundo: eso es una prueba de que Chávez es un malvado malvadísimo. Ya que tiene esa riqueza, y gracias a que por la guerra de Iraq el petróleo se cotiza muy alto, él quiere aprovechar eso con fines solidarios. Quiere ayudar a los países suramericanos, principalmente Cuba. Cuba manda médicos, él paga con petróleo. Pero esos médicos también fueron fuente de escándalos. Están diciendo que los médicos venezolanos estaban furiosos por la presencia de esos intrusos trabajando en esos barrios pobres. En la época en que yo vivía allá como corresponsal de Prensa Latina, nunca vi un médico. Ahora sí hay médicos. La presencia de los médicos cubanos es otra evidencia de que Chávez está en la Tierra de visita, porque pertenece al infierno. 
Entonces, cuando se lee las noticias, se debe traducir todo. El demonismo tiene ese origen, para justificar la máquina diabólica de la muerte.

sábado, 23 de febrero de 2013

ELLA, una víctima silenciosa más

Ella viaja a trabajar en su moto todos los días. Alguna vez tuvo un sueño: una familia feliz. 

Ella conoció la brutalidad de un padre rígido,  que impuso su amor a trompadas, que le enseñó que los vínculos se forman por la fuerza, y que se sostienen también por la fuerza con el ímpetu que te dan varios vasos de vino.

Los trazos gruesos de esa infancia  la llevaron a "elegir" un camino dificultoso. Quiso zafar, pero no pudo. 

Se enamoró de un hombre tierno y diferente a esa imagen paternal. Pero ese enamoramiento duró algunos años, más nueve meses que le regalaron a su única hija. Las borracheras y el maltrato, fueron más duras y frecuentes cada vez.

-Anoche llegue y estaba borracho-, dijo como si fuera la primera vez. Con voz entrecortada, intenta justificar por qué aún viven juntos. Su amiga la escucha con atención. La historia, vuelve a empezar y se repite hasta el cansancio. Las mismas palabras, los mismos concejos se vuelcan y se intercambian en cada mate que comparten luego de que Ella vuelve de trabajar como empleada doméstica.

Vive en una ciudad tranquila donde todavía existe el mito de la puerta abierta y donde los hechos suceden a puertas cerradas. El ‘qué dirán’, la mirada del otro, la vergüenza y la indiferencia son muy fuertes. Duelen más que soportar los golpes, insultos y agresiones que vive desde que contrajo matrimonio.

Su casa es su refugio, su trinchera, su botín y su peor pesadilla. La levantó con sacrificio, igual que a su matrimonio y no la quiere dejar por nada del mundo. Teme que ‘Otra’ la ocupe y se quede definitivamente sin nada. 

El miedo al vacío, es similar al que le causa enfrentarse a él, a sí misma, a que su vida ya no le pertenece. Ella, está presa de un círculo de golpes, maltrato y arrepentimiento.

Es activa, sociable y muy trabajadora. Una luchadora que dedica el mayor tiempo de su día a tareas domésticas en casas ajenas para pagar el pan. Su vida está llena de responsabilidades y preocupaciones, sobre todo por las noches cuando se sirve de las rutinarias borracheras, gritos y golpes que abundan en cada cena.
-¿Ya te vas a atorrantear?-, le resuena en su mente cada vez que sale después de las 20 horas a visitar a alguien. 

Él no tiene más familia que la que supo construir y destruir. Durante el día se muestra como un ejemplo de trabajador municipal y marido; por las tardes, su vicio lo encuentra  en algún bar mientras arregla donde será la próxima riña de gallos que con devoción cría en el fondo de su casa. A la noche, sus palabras se vuelven puñales y sus manos experimentan el éxtasis de dominar a otro. Un Otro que es OTRA, indefensa y frágil. Como los gallos, Ella aprendió a pelear y defenderse.

Juntos tuvieron una hija hermosa que heredó la fortaleza de su madre, y aprendió a boxear como su padre. Una hija que le llenó de alegría su vida con dos nietas que acostumbra mimar. Esta historia ya lleva más de 30 años. Sin contar la violencia que la acompañó desde su infancia con el rigor y los golpes de su padre. 

Ella, por suerte, no está registrada en los 293 femicidios que detalla el Informe elaborado por el Observatorio de Femicidios en Argentina Adriana Marisel Zambrano, coordinado por la asociación civil La Casa del Encuentro, en el período que abarca el primer semestre del año 2012.

"El femicidio vinculado es una nueva categoría creada por el equipo de investigación de esta ONG, que se divide en dos: aquel que se produce contra una persona que intenta impedir el femicidio o aquel que se produce contra una persona nada más que para castigar, destruir y aniquilar psíquicamente a esa mujer”, explican desde la organización. Ella, pertenece a la segunda opción.

Los registros de femicidios del Observatorio Zambrano, hechos sobre la base del seguimiento de 120 medios de comunicación y agencias de noticias, resultan por el momento la única recopilación de datos existentes y, por ende, un gran aporte a las políticas públicas para evaluar cuál es el grado de violencia de género en el país. Sin embargo, Ella no es parte de esa estadística. Tampoco estos datos parecen torcer demasiado el brazo de funcionarios indiferentes. La negación no cambia la realidad.

Si bien en 2009 fue promulgada la ley 26485 de violencia de género, según los datos relevados por la La Casa del Encuentro, los casos de violencia tuvieron incrementos alarmantes. En 2010 se registraron un total de 260 femicidios de mujeres y niñas, y 15 femicidios de hombres y niños; en 2011, se registraron un total de 282 femicidios de mujeres y niñas, un total de 29 femicidios de hombres y niños, y 346 muertes de hijos e hijas de mujeres muertas por violencia de género.
Los datos son contundentes: una nueva ley no es igual a una reducción de los casos de violencia. Mucho peor, la ley es innovadora pero no se aplica. Muchas como Ella, que ya pasaron los 50 años, no pueden cambiar su realidad. Muchas, no lo pueden contar. Muchas realizan denuncias y reciben maltratos o respuestas nulas en las comisarías de la mujer que deberían respaldarlas.

Disminuir la brecha entre el reconocimiento formal de los derechos y su aplicación es una de las grandes tareas por hacer. 

Otro de los desafíos es contar con un presupuesto que permita construir una estructura completa a nivel nacional, que incluya refugios, asistencia psicológica, jurídica, y recursos para volver a insertarse en el ámbito laboral. 

Ella, sale cada día en su ciclomotor a trabajar. Está contenta porque sus patrones, como les dice, le realizan sus aportes jubilatorios. No hay frío, ni lluvia que la frene. Tampoco trompada que la quiebre. Pero sabe que su vida es un acto de resistencia permanente. Se acostumbró a disfrutar cada minuto como si fuese el último. Ella, no figura en ninguna estadística. Sin embargo, ella sufre. Es una víctima silenciosa.

sábado, 15 de diciembre de 2012

Un monopolio que condena a miles de usuarios en el conurbano bonaerense

“La frecuencia es cada vez más espaciada, y hubo días en los que he llegado a esperar 45 minutos para poder subir a un coche”, expresa Pablo, un joven que acaba de acercarse a la parada del TALP S.A. en la rotonda de San Justo. 
Un quiosco, un puesto de diarios, y la garita de la empresa,- que a pesar de la implementación del sistema SUBE, aún vende boletos-, configuran el escenario por el que transcurren miles de pasajeros diariamente a tomar la Línea N° 338, en cualquiera de sus cuatro ramales. 
Desde la fila, la mirada choca con un imponente horizonte de cemento, la bajada de la Ruta Nacional N° 4,- Camino de Cintura-, donde la oposición sindical de la empresa TALP SA, reclama elecciones democráticas,  y mejores condiciones de trabajo con grafitis pintados a mano. 
Los usuarios van llegando uno a uno, y se forman ordenadamente. Saludos de algunos y comentarios sobre el clima, son habituales. Al costado permanecen dispersos sólo los pasajeros de otras líneas locales que comparten la parada. El cansancio de la espera espesa la atmósfera.
Un “Cruce Varela”, frena casi vacío. Los cuerpos ordenados, se amontonan. ¡Cheee, respeten la cola! ¡Respeten la cola! ¡No empujen!, exclaman los pasajeros que sólo quieren volver rápido a sus casas. 
“La empresa hace lo que quiere porque no tenemos otra opción”, comenta un hombre que porta un extraño maletín, mientras intenta pasar hasta el fondo del ómnibus sorteando bolsos y cuerpos que colapsan el pasillo. No pierde la calma. Ronda los cincuenta años. Sube y saluda a todo el mundo. Pide permiso y es amable. Se nota que es un usuario reincidente. El malestar de las condiciones del viaje y la espera parecen no perturbarlo. Está gravemente acostumbrado. 
En el ascenso, los usuarios contraen los músculos de sus brazos sobre sus bolsos o bolsillos para controlar que sus celulares y billeteras permanezcan con ellos. El colectivo se llena más allá de sus posibilidades. Mientras, los excluidos permanecen en la parada a la espera de otro arribo. 
“Yo vivo en La Plata y trabajo en San Justo hace doce años. Cambian los horarios, recortan las frecuencias, ahora por ejemplo, el que va a ‘La Plata’ sale directo de Moron y no para ni ahí en la rotonda. Entonces me obligan a tomarme cualquiera, ‘Alpargatas’ o ‘Cruce Varela’", comenta el hombre mientras deja su maletín en el reducido estante porta equipaje ubicado encima de los asientos. 
En su recorrido hasta ’Puente 12’, el colectivo, deja un tendal de brazos en alto y algunas corridas en vano de los usuarios más atléticos. 
Una chica con un rodete en su cabello abraza su mochila como a un oso de peluche mientras duerme al compás de su música favorita. Dos hombres, sentados detrás, comentan en guaraní quizá lo ocurrido en su jornada de trabajo. Cada uno elije de qué modo se aísla, para no pensar en el viaje. La forma más común son los auriculares que redundan en el paisaje. 
En el fondo, una mujer se levanta con dos bolsas en un pasillo colmado de gente. Quiere llegar hasta la puerta para bajar. Toca el timbre y mira con desconcierto que el colectivo no frena. ¡Parada! Su voz tenue apenas alcanzó a oírse. ¡Parada!, ¡parada!, ¡parada!  La solidaridad construye una cadena de voces que alcanzan al chofer. Desciende. 
En el recorrido se observan las muestras de una argentina profunda, aquí nomás en el conurbano bonaerense, que no ha progresado en forma equitativa, con casas de chapas, carros que circulan juntando cartón y chicos corriendo descalzos. 
A partir de Burzaco, la ruta se vuelve angosta. Y, la pobreza está en carne viva llegando a Florencio Varela. A pesar de que las casas de un gran barrio del Plan federal de viviendas, se estén deteriorando producto del abandono al costado del camino. 

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“El reglamento de transporte, prohíbe a este tipo de línea de media distancia llevar pasajeros parados, ya que son de doble asiento y el espacio del pasillo es sólo de 40 cm. Este dato me lo confirmó un inspector. ¿Qué pasaría si uno choca? Viajamos en verdaderos féretros ambulantes”, escribe José en uno de los foros de transporte público, donde los pasajeros habituales de esta travesía se encuentran para denunciar, convocar a la reflexión y a la toma de conciencia. 
Según lo registrado en la Secretaría de Transporte Nacional, en lo que va de 2012, la empresa Transporte Automotor La Plata S.A recibió la suma de 93 millones de pesos, como aporte de los usuarios y, sólo en octubre alrededor de 8 millones en subsidios estatales. 
Ventanas que no cierran, asientos rotos, falta de aire acondicionado, colectivos varados con reiterada frecuencia, son algunas evidencias de que la inversión no llega, no alcanza o quizá nadie la controla como corresponde. 
La línea Nº 338 se origina en una concesión de la Dirección Provincial del Transporte hace 60 años. Fue operada por unos años por la Cía Colectiva “Costera Criolla”, motivo por el que se la conoce con el apodo de ‘la costera’ en las localidades del conurbano bonaerense. En la década del ’50, la tomó el Expreso La Reconquista, y finalmente, en la década del ’60 la empresa TALP SA. Cubre un trayecto de 120 Km de extensión, encuadrada dentro de la denominación de servicios de ‘media distancia’, según la Ley Orgánica del Transporte Provincial. Siendo las cabeceras del recorrido las ciudades de San Isidro y La Plata. 
"Siempre existió un déficit del servicio en el conurbano", dice Andrea Gutiérrez, investigadora del Conicet y docente de la UBA, del programa de Transporte y Territorio del Instituto en Geografía, en un informe realizado para la ON’G Poder Ciudadano. Según explica, a partir de la década del ‘90 ese déficit se incrementó debido a que la ciudad se expandió más allá del segundo cordón del conurbano. "La ciudad creció y la red de transporte público no encontró la manera de adecuarse a esta estructura territorial que tiene ahora." 
“Somos los que contamos con la mayor cantidad de unidades, en función de la extensión y la densidad de población que cubre la línea”, se defienden las autoridades de la empresa desde su sitio oficial. 
“El año pasado los colectivos no frenaban, no frenaban. Hacía más de una hora que esperábamos en la rotonda de San Justo. La fila que dobla la esquina era interminable. Y, veíamos que algunos colectivos dejaban gente acá y seguían vacíos hasta la terminal que está a dos cuadras. ¡Hay que tomarlo!, gritaron. Y, así lo hicimos. Subimos diez más o menos, y al chofer no le quedó otra que llevarnos hasta La Plata. No tuvimos alternativa, pero uno no puede estar tomando colectivos todos los días”. 
El hombre del extraño maletín recuerda con un dejo de orgullo y bronca ese episodio, mientras el aire fresco del parque Pereyra Iraola golpea su rostro indicando el ingreso a la ciudad de La Plata. La resignación es el sabor amargo que dejan sus palabras ante el reconocimiento de una situación que no tiene perspectiva de mejorar, porque la empresa TALP SA, es la única que cubre este trayecto de forma monopólica.