La
legislación constituye el reglamento que permite que una sociedad funcione con
parámetros comunes en los que se basa para identificar lo justo o injusto a la
luz de una justicia que no puede prescindir de su humanidad. Debemos ser conscientes de que esa justicia a la que nos sometemos y que aceptamos, es injusta muchas
veces. Como en este caso.
Las hermanas Ailén y Marina Jara, se encontraban detenidas desde febrero de
2011 por haber atacado a cuchilladas a un hombre que intentó violarlas.
Recuperaron
su libertad, pese al polémico fallo del Tribunal Oral en lo Criminal 2 de Mercedes, integrado
por los jueces Fernando Bustos Berrondo, Graciela Larroque y Marcos Barski, las
condenó como "coautoras penalmente responsables del delito de lesiones
graves a la pena de dos años de prisión de efectivo cumplimiento, que se
encuentra compurgada con la preventiva sufrida".
Injusticia es el sabor lúgubre que estos verdugos
supieron imponer. Para sobreponerse a una encrucijada que atenta contra ese
deber ser que las leyes debieran salvaguardar. Un atacante, dos víctimas. La resolución
parecería simple.
Sin embargo, ellas fueron VÍCTIMAS de dos maneras: frente al abuso de parte del agresor y frente a un tribunal al que poco parecería importarle la violencia de género a la que son sometidas miles de mujeres en nuestra sociedad.
Sin embargo, ellas fueron VÍCTIMAS de dos maneras: frente al abuso de parte del agresor y frente a un tribunal al que poco parecería importarle la violencia de género a la que son sometidas miles de mujeres en nuestra sociedad.
La violencia, el intento de abuso y el acto de
defensa propia frente a ese otro que atenta contra nuestras vidas están por
demás lejos de encontrar un amparo judicial. Hechos que debemos reflexionar
profundamente.
Hoy, a la luz de la libertad de Ailen y Marina Jara, la sociedad no debería encontrar el alivio que sólo la justicia puede dar. Están libres, si; pero, fueron condenadas.
Hoy, a la luz de la libertad de Ailen y Marina Jara, la sociedad no debería encontrar el alivio que sólo la justicia puede dar. Están libres, si; pero, fueron condenadas.
Ahora bien, lo único que se presume con claridad es el mecanismo de autodefensa de un sistema judicial y legal que se
permite condenar a dos mujeres víctimas de violencia, por un lado, y absolver a
los imputados por el secuestro y desaparición de Marita Verón, por el otro. Una justicia, un sistema, la misma injusticia.
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